Shai

(ella/él)

El primer recuerdo que tengo de mi madre es de cuando tenía seis años. Fue entonces cuando me enseñó a convertirme en ladrón. Caminaba por la calle con mi madre, en lo que yo creía que era una carrera de helados. Se arrodilló ante mí y me dijo: "Ojos de ángel" -así me llamaba desde que nací- "Necesito que te sientes en ese banco y no te muevas. Y será mejor que no hables con ningún extraño. ¿Entendido?" "Sí", dije. "Tengo que entrar en esta tienda un minuto", continuó. La observé mientras entraba en la tienda. Entró como una mujer delgada y salió como una mujer gorda. No lo entendía, así que le hice muchas preguntas. "Terrlyan, ¿por qué entraste delgada y saliste gorda? ¿Por qué caminas así? ¿Por qué?" "Niña", me dijo, "deja de hacerme esas preguntas y camina más deprisa". "¡Sí, mami! Quiero decir Terrlyan!" Nunca le gustó que la llamara mami. Cada vez que lo hacía ella respondía: "¿Qué te dije que me llamaras?". Entonces me disculpaba e intentaba no volver a cometer ese error. La gente se acercaba a mi madre y le hacía encargos. Mi madre era la animadora del barrio. Así mantenía su adicción. A los seis años me convertí en su cómplice. Me usaba como señuelo para robar en muchas tiendas. En retrospectiva, era muy buena en eso, una profesional. Se convirtió en un trabajo.