Un hallazgo inquietante al dirigir los talleres de narración real del Proyecto TMI durante los últimos 8 años es la prevalencia del abuso sexual entre nuestros participantes. Desde el principio, me di cuenta de que si una persona contaba una historia de violencia sexual, inevitablemente, los demás se unían a ella. De lo que no me di cuenta hasta hace un año es de que lo que se decían unos a otros era: Yo también.
El pasado mes de octubre presenté Tarana Burkefundador de la Movimiento #metoocon el Medalla de Honor Eleanor Roosevelt. Creo que era la mejor persona para recibir este premio en este momento concreto de la historia y me sentí profundamente honrado de entregárselo.
Mi mundo y el mundo de las mujeres de todo el mundo cambió radicalmente cuando un pequeño hashtag con una gran historia se apoderó de Internet como un reguero de pólvora. #metoo desató una furia contenida, un torrente de vergüenza reprimida que no nos pertenecía. Se nos dio permiso para romper nuestro silencio, para compartir nuestras historias más difíciles, no solas, sino en masa. Desde entonces, nos hemos apoyado mutuamente, en lugar de culparnos y no creernos.
Una erupción de esta magnitud no se crea en un instante. Durante más de 25 años, la implacable dedicación de Tarana Burke a crear empoderamiento a través de la empatía con las víctimas de la violencia sexual ha sentado las bases de este movimiento, ahora lo suficientemente fuerte como para sostenernos a todos.
Como a muchas mujeres, el movimiento #metoo me afectó personalmente. Tenía recuerdos enterrados que necesitaba sacar a la luz. Al descubrirlos, me di cuenta de que una experiencia, que durante décadas me había convencido de que no era tan mala, era en realidad una violación. Cuantas más historias escucho, más recuerdos me vienen, más me encuentro diciendo: "Yo también". Me di cuenta de que, como superviviente, nunca escuché a mi cuerpo ni confié en mis instintos. El movimiento #metoo me dio permiso para hablar y escribir sobre lo que me pasó. Ahora comprendo el poder de la intuición que alberga mi propio cuerpo.
Mi comunidad también se ha visto afectada por el movimiento #metoo. Colectivamente, hablamos de cosas que todos sabíamos pero a las que nunca dimos voz. Unimos fuerzas y afrontamos nuestros miedos a decir la verdad al poder. Como muchos otros, también nos enfrentamos a las consecuencias de denunciar y sufrimos más acoso por dar un paso al frente. Pero nos hicimos más fuertes y dejamos claro que en nuestra comunidad no se toleraría que hombres y mujeres abusaran de sus posiciones de poder.
Hace poco oí decir a Tarana: "Nunca pensé que vería un diálogo nacional sostenido sobre la violencia sexual, pero aquí estamos, lo que nos hace saber que todo es posible". La creo. Creo a los supervivientes. Creo que todo es posible. También creo que, tras el diálogo, es necesario actuar. Espero que todos los que estamos hoy aquí renovemos nuestro compromiso de seguir luchando por los más afectados, de seguir centrándonos en la curación de los supervivientes y de acabar con la violencia sexual de una vez por todas.
- Eva Tenuto, Directora Ejecutiva y Cofundadora del Proyecto TMI
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